La Página de Manolo Molés

Achicar el mercado y el futuro

Manolo Molés
viernes 25 de noviembre de 2016

Casi todos los días el mismo menú. O muy parecido. Y ¿cuántas ganaderías, cuántos encastes, cuánta variedad, cuánta riqueza bovina y bravura hemos lapidado en ese holocausto silencioso de borrar la pluralidad y quedarnos con el diario sota, caballo y rey? ¿El resto de las cartas dónde están?

Dos cosas que me preocupan mucho. A mí y a cualquiera que tenga dos dedos de frente. Una es la base: la casta del toro, la emoción del toro, la movilidad, la sensación de grandeza de la Fiesta. Está bajo el nivel, demasiado y lo que es peor: la élite se ha reducido excesivamente a cinco, seis y poco más de corridas “preferidas” por las figuras. Y eso ha achicado el mercado. Eso ha arruinado a muchos ganaderos. Arruinado en lo económico y en lo que es peor: en la moral y la pasión de criar toros, con una pregunta clave, ¿para quién? Y este sistema ha sido terrible. Exterminador.
Veinte o treinta años atrás el campo charro tenía más de veinte ganaderías de primera línea: Atanasio Fernández, Antonio Pérez, Arranz, Graciliano, Galache, Cobaleda, Charro, Garzón, tantos perdidos en el polvo de una involución demoledora. Los Fraile llegaron después y en buena hora. Justo Hernández venía también de fuera y menos mal. A los Matilla no les afecta el deshielo bovino de un campo charro semi vacío de historia. Aquel genial raboso capaz de hacer milagros con la genética desde su talento rústico y campero. Y la hermosura de los toros de Barcial tan serios, tan guapos y tan ligeros de peso. Algo queda de los Charros y de Lamamié de Clairac, que estaban en todas las ferias. El Sierro y aquello de Hoyo de la Gitana, Los Bayones están ahí pero en muy pocos carteles, los santacolomas de Dionisio Rodríguez, los ya históricos coquillas de Sánchez Arjona, lo de Alipio, lo de Pio, tantos Taberneros, los santacolomas de Terrubias, lo del Cura de Valverde que se llevaron como reliquia los franceses, los bayones de Eladio Vegas, lo de San Román, lo de Zaballos que tenía Marqués de Saltillo y Lamamié de Clairac. Muchos de estos hierros siguen ahí en los descendientes pero muy pocos están en los carteles de ferias y menos aún en las corridas de lujo donde supongo que el ganadero cobra más para cubrir sus enormes gastos.

Sólo he mirado al campo charro y tirado de la memoria por lo que faltarán datos, hierros, defunciones de ganaderías que daban variedad, emoción y diversidad en los carteles. Ahora casi todos los días el mismo menú. O muy parecido. Y ¿cuántas ganaderías, cuántos encastes, cuánta variedad, cuánta riqueza bovina y bravura hemos lapidado en ese holocausto silencioso de borrar la pluralidad y quedarnos con el diario sota, caballo y rey? ¿El resto de las cartas dónde están? Achicamos la Fiesta. Las ganaderías son las catedrales de la Fiesta y derribamos catedrales. Imagínate. Como la de Burgos es muy bella, asolamos la de Santiago, la de León, la de Barcelona (bueno esa está a medias), la Almudena, la de Sevilla, etc. Somos bárbaros.

HAY QUE LUCHAR POR LAS PLAZAS DE TERCERA Y MUCHAS DE SEGUNDA
Lo otro que me preocupa es el mantenimiento de muchas plazas de tercera y de algunas de segunda. De siempre han ido las figuras. Y ahí está vivito y triunfando el último torero de nivel que conoce lo que pasaba hace treinta años, escribo, claro, de Ponce. En esos tiempos de Camino, Puerta, Mondeño, Viti, Ordóñez, Bienvenidas, Girones, Andrés Vázquez, Manolo Vázquez, Chenel, Palomo, Benítez, Miguelín, Gregorio, Ostos etc. (porque había donde elegir). Toreaban en las plazas de primera. Y llenaban. En las de segunda y llenaban y hasta en algunas de tercera y llenaban. Iba la figura, uno por delante, un buen torero más mayor para abrir cartel y el del pueblo. Y llenaban y esa plaza se mantenía viva.
Ahora no. Ahora un número corto de festejos donde sea rentable. Pero una cosa es recoger y otra sembrar. La última es la buena. Para la siega vale cualquiera.

HAY VIDA EN LOS PUEBLOS, PONCE LO HA DEMOSTRADO ESTE AÑO
Y lo terrible es que entre los políticos nuevos de algunos pueblos y que al no ir las figuras cada día va menos gente, pues o acaban declarando el pueblo antitaurino o venden la plaza para hacer un mercado o pisos. Casi el único de los llamados figuras que sigue teniendo clara idea de sus mayores de que hay que ir también a los pueblos importantes aunque el pecunio sea menor es Ponce. Incluso este año, cuando ya ha dado veinte y muchas vueltas al calendario taurino todavía va a algunos pueblos con solera y torea con el del pueblo y otro que sin ser figura guste en esa zona. Y Ponce va y la plaza registra una buen entrada; y cobrará lo que le corresponda y esa feria se va a mantener viva. Eso es lo que hay que hacer porque lo que me duele es el holocausto de tantas y tantas ganaderías (hoy sólo recordé algunas del campo charro) y el peligro de cerrar algunas plazas de segunda y muchas de tercera que también son y eran el soporte para que la figura fuera en la feria pero dejaba ese calor que permitía que se diera una novillada para los chavales nuevos o una de rejones. En definitiva, que había vida. Ahora en ganaderías y pueblos hay derrumbe y liquidación.

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