"La tarde de Benidorm no será la última, seguro que no”, revela José Ortega Cano con gran convencimiento esta semana en las páginas de Aplausos en una entrevista con nuestro compañero Íñigo Crespo. “No ha sido la última porque la última siempre está por llegar. Seguiré matando algunos festivales que me apetezcan como este último que he toreado en La Algaba y siempre estaré abierto a salir a la plaza siempre que las ideas sean bonitas y me apetezcan”, afirma el diestro de Cartagena.
“Lo hice por mí pero también por mis hijos”, reconoce Ortega que con más de sesenta años se entretuvo en cortar cuatro orejas a una corrida de Núñez del Cuvillo en el coso alicantino alternando con Morante de la Puebla y José María Manzanares el 16 de julio. “Quería compartir un día en mi mundo y mi ambiente con ellos y lo conseguí. Me vieron prepararme durante tres meses, mentalizarme, estuvieron en la habitación cuando me vestía de torero, sintieron ese ritual mágico que sentimos los toreros el día que nos enfrentamos al toro y luego en la plaza fueron testigos de una jornada muy especial y con muchos matices”, asegura el cartagenero, quien no oculta que sacó muchas conclusiones “y todas positivas”.
Por las palabras de Ortega Cano se entiende que no se trata exclusivamente de volver sino de todo lo que significa un regreso en cuanto a preparación física y mental. “Es todo, la preparación te mete en la profesión porque vives muy en torero, muy en tu mundo, tienes que estar fuerte y saber que vestirte de luces implica una responsabilidad muy grande contigo y con todos los que te rodean”, recuerda. Sin embargo, Ortega admite que desde que toreó en Benidorm en julio no ha querido cambiar sus rutinas y continúa con el mismo ritmo de entrenamientos: “Cuando terminó la jornada, esa noche, reuní a mi familia en una cena y les dije que aquello ya había terminado pero que yo quería continuar la preparación como si tuviese firmadas más corridas. Desde entonces sigo entrenando de salón, sigo haciendo ejercicio, comparto tentaderos con los toreros que apodero y me sigo ilusionando día a día porque es lo que me hace feliz y me mantiene la mente despierta para aprovechar los festivales que me apetece torear”.
“Ahora mismo los toreros se encuentran muy solos aunque parezca que viven rodeados de mucha gente”, sostiene Ortega Cano. “Aquellas tertulias con toreros veteranos con subalternos como Rafael Corbelle, en mi caso, nos daba un conocimiento del toro y de la profesión que ahora los nuevos toreros no tienen. Recuerdo que solíamos entrenar nosotros en la finca El Olivar de Barajas y allí nos reuníamos Agapito Sánchez Bejarano, Paco Alcalde, Curro Vázquez, Antoñete o yo junto con algunos nuevos como El Yiyo, jugábamos al frontón, toreábamos de salón y luego hablábamos de toros. Eso también es estar preparado. Ahora, todo es distinto porque la propia sociedad es distinta y nos obliga a todos a ir muy deprisa", concluye el diestro.

