Me gustó lo que dijo Simón Casas en la radio: “victorinos para el Domingo de Ramos. Que llamen, que se apunten, que se intenten contratar ellos, vamos a ver quién lo hace. Las puertas están abiertas y elegiré el mejor cartel de toreros”.
Está bien. Vamos a ver quiénes se apuntan motu proprio. Sobre todo de las llamadas figuras, de los veteranos ilustres, de los jóvenes atrevidos. “Que llamen ellos”. Una fórmula nueva de un empresario nuevo para Madrid. Simón es un tipo soñador y al tiempo de pies en la tierra. Cada vez más porque ya pagó el precio de las quimeras. Y llega a Madrid tras una semicolaboración con un taurino de raíz al que él y yo le tenemos tanto respeto como afecto. Me refiero a José Antonio Chopera. Uno de los pocos referentes de los años grandes de la Tauromaquia. Cuando los toreros llegaban al centenar de corridas en España y a las cuarenta en América. Y así un puñado de años. Cuando los partidos políticos no veían la fiesta de los toros como franquista o monárquica o republicana o la madre que lo parió. Los toros eran los toros. Sólo Franco se apuntaba sin gustarle a este espectáculo para darse un bañito de palmas. Pero los toros no eran patrimonio de nadie. O sí: de todos, de los poetas, de los escritores, del obrero, de la clase media, del rico, del canino y de la pluralidad.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2044
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2044 para iPad
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2044 para Android
