El capítulo anterior lo detuvimos con Juan Pedro hablando por teléfono y los aficionados llegando al tentadero. Es una mañana despejada en Lo Álvaro. El sol le va ganando poco a poco la mano al relente y la humedad va desapareciendo del suelo empedrado de las terrazas que dan acceso a la casa. Ni una brizna de viento, ni una nube. La calma se transforma en paz y se mezcla con los perfumes que dejan escapar los naranjos y los jazmines en flor. La música de los cencerros y los golpes secos de las puertas mientras apartan añaden magia al ambiente. No hay dinero que pague sensaciones así ni diseño urbano que lo pueda imitar ni corazón que lo resista.
¡Una muleta, por favor, y un poco de locura!, me dan ganas de gritar. Estamos frente al cortijo, las buganvillas y las parras trepan vigorosas por las paredes de la casa y los geranios rojos de los arriates le hacen un guiño al estilo patrio. Todo con mucha armonía, nada chirría. Enfrente, mirando a mediodía, enmarcada por dos líneas de olivos, la ermita, blanco andaluz y trazos redondos, levantada por orden de Teresa, la madre de Juan Pedro, en lo que en tiempos fue la era de trillar, a semejanza de una capilla que hay en Higuera de la Sierra, dedicada a la advocación de San Antonio. “Le gustó y mandó hacer otra igual”. Juan Pedro acabó con el teléfono y recuperamos la charla en los salones de la casa.
- “El comportamiento del toro está determinado en una mitad por su genética y la otra mitad por su manejo. Por ese motivo he dedicado muchas horas para que el toro esté lo más sano posible, porque si no lo está no puede demostrar su carga genética”
- “El toro del futuro será lo que el público quiera y el público va cambiando. Ahora pide un toro más imprevisible, con más transmisión, más difícil… En esa dirección creo que va a seguir avanzando y habrá días en los que salga un toro más complicado”
- “Es necesaria una reestructuración legal que permita una reducción de los costes de producción. Eso se consigue presionando al Estado. Los espectáculos menores no deberían estar sometidos a la carga fiscal y laboral que soportan ahora”
- “Un problema de la Tauromaquia es la falta de transparencia. Los hay que son empresarios, ganaderos y apoderados a la vez. Eso impide cualquier evolución”
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