Sin tetas puede que no haya paraíso, como dice una serie televisiva de éxito. Pero sin casta es seguro que no hay fiesta de los toros ni nada que se le parezca. Llamarle Fiesta Brava a algo que se ejecuta ante animales que huyen de los caballos de picar, salen de naja cuando huelen la muleta, se refugian en tablas al tercer muletazo y se muestran más interesados por lo que pasa en el callejón que por el oponente que tienen delante, sería un sarcasmo. Con toros como la mayor parte de los que han salido a la plaza valenciana de la calle de Xàtiva durante el serial de las Fallas 2011 la corrida se convierte en dos horas de insufrible coñazo. Quitas los toros de Fuente Ymbro, los del Capea y alguno suelto de inesperado buen juego, dentro de conjuntos infumables, y lo demás tararí-que te-vi. Cuerpo a tierra y maricón el último.
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