El chispazo de Andújar es muy sintomático del diseño de temporada que están haciendo algunos empresarios del cheque-basura. Tararí, tararí, que salga el toro del toril...
El chispazo de Andújar es muy sintomático del diseño de temporada que están haciendo algunos empresarios del cheque-basura. Tararí, tararí, que salga el toro del toril y a la hora de pagar “ya te veré”. Y después si te he visto no me acuerdo. Va a ser cosa de aplicar desde ya aquello de que “lo que no ve la novia el día de la boda…” El festival, cuyos beneficios se anunciaban como destinados a una obra de la iglesia, y organizado por un empresa taurina –es un decir-, empezó como el rosario de la aurora. De siete toreros anunciados dejaron de hacer el paseíllo los tres que apodera José Luis Segura: Aparicio, Jesulín y el novillero Simón.
¿Problema? El de siempre. Que el empresario se hizo el remolón, negándose a satisfacer los sueldos del personal subalterno como es preceptivo, aunque los matadores torearan “gratis et amore”, y mientras unos decían “pues ya que estamos aquí…” otros afirmaban que a ellos no les daba pases ni el Espartero resucitado. En fin, el río revuelto que siempre acaba en ganancia de pescadores. Discusiones, malentendidos; que “yo toreo”, que “yo me voy por donde he venido” y al final Rivera Ordóñez que se arranca para Julio Aparicio, y la cosa no pasa a mayores porque se impuso el sentido común.
Lo de siempre: falta de unidad entre los toreros y sobra de empresarios de aluvión, logreros, aprovechados y similares. ¡No es sólo Zapatero quien tiene que hacer mutis por el foro! Aquí hay que recuperar la vergüenza a todos los niveles…
