Cuántas veces hemos llamado a la puerta de la casa de los pintores que pintan toros. De los escultores que esculpen toros, de los poetas que poetizan toros. Para decir que somos arte. Timbrazo va y viene, de la casa de Goya a la de Picasso. Cuántas veces. Tantas como las que hemos sido incapaces de mostrar y contar que el toreo es el arte superior a cualquier arte. Que una obra de arte en tauromaquia es conceptualmente superior, humanamente superior, vitalmente superior, esencialmente superior. El toreo es el arte que inspira a los artistas que pintan, que esculpen, que escriben. Ellos son los que llaman a la puerta de la tauromaquia y nunca al revés. Es nuestra tetraplegia intelectual, nuestra indolencia de alma, nuestra escasa fe y nuestro cainismo de seres con certificado de inferiores, lo que nos hace llamar a la puerta de los artistas, a ver si nos echan una mano para que nos consideren. Es al revés.
Lea el artículo completo en su revista APLAUSOS
