LA CRÓNICA DE BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Román y Fuente Ymbro calientan San Isidro

El valenciano levantó al público de Las Ventas con una gran faena malograda con la espada
José Luis Benlloch
viernes 11 de mayo de 2018

Una gran faena y un gran toro. Román y Hechizo. De Valencia y de las dehesas de Fuente Ymbro, allá por las sierras gaditanas. Bravo, despierto y ambicioso el matador. Bravo, muy despierto, creciente, el toro. Pulso en la cumbre. En Madrid, por San Isidro. Lo más. Si ese fue el momento álgido de la tarde, en general el tercer festejo de la feria tuvo los ingredientes que hacen del toreo un arte mayor: emoción, imprevisibilidad -nunca se sabía qué iba a ocurrir-, tensión, por momentos toreo muy bueno -el que hizo Román-, el ruedo lleno de toro, como ocurrió durante el tercio de varas del cuarto: tres derribos en esta época es noticia de titular... También el festejo tuvo sus lagunas, las que se desprenden de no haber aprovechado más una corrida de toros de Fuente Ymbro de excelente presentación, seria en su comportamiento, de variado juego, orgullosa, que vendió siempre caro el triunfo. A excepción del sexto, desabrido y falto de ritmo, los cinco primeros fueron excelentes. Destacó sobre todo Hechizo, toro de imponente presentación, engatillada cuerna, aleonado, que por momentos hizo temer por su falta de fuerza en los cuartos traseros, aunque felizmente aquello no pasó de un calambre. Se fue arriba en banderillas, galopó pronto y templado y se creció definitivamente en el último tercio, en el que se arrancó alegre y vibrante en la larga distancia cada vez que lo reclamó Román. Tuvo carácter el primero, pronto y exigente; tuvo una clase excelente por el pitón izquierdo el tercero, que surqueó la arena con el morro muy cadencioso cada vez que Garrido lo condujo al natural; el cuarto dio el gran espectáculo en varas, puso a las cuadrillas en un brete, persiguió a los banderilleros y se hizo el amo del ruedo -no fue toro fácil, era de apuesta, pero en esa dificultad y en su carácter estaba el triunfo como se demostró cuando Adame lo consiguió conducir-; y el quinto fue noble aunque sin la chispa de sus hermanos.

Román dio un nuevo paso adelante en su carrera. Su faena a Hechizo tiene que contar necesariamente entre los momentos grandes de la feria. Muy lúcido, firme, con un sentido del espectáculo muy de agradecer y con una generosidad frente al toro aún mayor. Le dio las distancias -larga distancia- para que luciese el galope de tan colaborador oponente. Le esperó a pie firme, le obligó por abajo, no sucumbió en ningún momento -al contrario- a aquel espectáculo de bravura y eso, por sí mismo, ya era un triunfo. Se le entregó el público ante una obra que se redondeó sobre las dos manos. Si sobre la derecha hubo dominio y firmeza, al natural hubo vuelo y largura. Ligó el derechazo con el natural, el natural con el de pecho, no perdió nunca el difícil pulso que le ofrecía la grandeza de Hechizo y solo hubo una mácula final: se precipitó con la espada; y lo que hubiese sido un triunfo de consagración se redujo a un triunfo sin premio. Sin premio momentáneo, porque lo hecho, hecho está. Fue grande. En el segundo toro Román no pudo transmitir de la misma forma.

Joselito Adame se vio desbordado por un ambiente poco propicio y dos toros que le exigían un dominio que, a su vez, demandaba un conocimiento técnico importante; y José Garrido toreó por momentos muy bien por el excelente pitón izquierdo del tercero y pechó con el desabrido sexto. A esas alturas, la tarde había sido definitivamente de Román y de Fuente Ymbro. Y a modo de resumen: toros de Fuente Ymbro, excelentes en su conjunto. Adame, silenciado en los dos; Román, ovacionado, no quiso dar la vuelta al ruedo; y Garrido, silenciado en su lote.

CRÓNICA PUBLICADA EN EL DIARIO LAS PROVINCIAS EL 11/05/2018

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