Sobre la corrida de la reaparición de José Tomás hay dos. Dos reapariciones y dos corridas. Una real A. La otra real B. Muchas horas por delante del paseíllo, podemos contar una. La más importante, quizás. O, al menos, la más inusual. La que nos habla de lo que podría ser casi la norma general del toreo. Una capacidad ilimitada de congregación, de apabullante pegada mediática, un poder insospechado, una herramienta de riqueza, una liturgia contemporánea sin posibilidad de ser globalizada por nadie. Un arte por encima de todas las artes, cultura sin manual escrito y para todos los públicos, industria que genera riqueza. Grandeza en todo su esplendor.
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