Vuelvo de Bilbao con mi admiración encendida. Vista Alegre sigue siendo plaza de referencia, mucho más que una plaza dura. Es una plaza seria donde se le da categoría al toro por mucho que de tanto en tanto se cuele ¿dónde no? un toro que rompe esa filosofía, concesiones ineludibles entiendo o simples referencias para que se aprecie lo que es corriente en su ruedo, el toro con trapío, bien hecho, armado, con cierta transigencia con la báscula a diferencia del tópico que habla de toros enormes, poco menos que elefantiásicos que también cuela alguno. Bilbao es eso y es mucho más: es el detalle, la liturgia, el orgullo de ser como son a diferencia de otras tierras donde les gusta, voy a escribir nos gusta, ser de cualquier forma menos como son; Bilbao, esa es la clave, es la aceptación por parte de los toreros de que Bilbao es como es y no caben presiones ni martingalas ni atajos ni intercambios ni favoritismos administrativos ni mucho menos rebaje en el toro porque con la pasta tampoco hay rebaje, así que acuden sabiendo que dan la cara o es posible que el año que viene le agradezcan los servicios porque se trata de gente educada y contraten al siguiente. Eso es lo que sucede en Vista Alegre, gran teatro de arenas cenicientas.
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