Se ha ido pensando en que era un sueño pasajero. Se ha ido convencido de que la vida sigue y que el invierno va a ser menos frío que el anterior. Odiaba el frío que se le caló en la poca cal de sus huesos de niño de la guerra y el bacalao. Amaba todo lo demás. El toro sobre todas las cosas. Por encima de su vida. Amaba la fiesta, las mujeres, el tabaco, único compañero en los muchos días de soledad y olvido. Amaba el toreo y le parecían pocos sesenta años largos vestido de luces.
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