Tenemos la Fiesta de una república de plátanos. Menos mal que ya es Cultura. La cultura del plátano con arroz, mijo. La de los chicharrones, la de la achicoria, la de leche en polvo que aún nos queda de la posguerra, la de la precariedad. Esta Fiesta es la Fiesta triste que nos regala en cada pliego administrativo una cartilla de racionamiento para que vayamos tirando. Sobrevivimos, que ya es mucho. Esta Fiesta grande es una Fiesta débil, estrangulada por un intervencionismo castrista. Esta Fiesta que no ríe es un sindicato de las prisas sin que hayamos preñado a nadie, teniendo en cuenta la velocidad con la que se redactan los pliegos de condiciones, uno calco del otro y el otro calco de aquél. Esta Fiesta es una juerga muda y sin alegría que vive a merced de lo que dicen los pliegos de Madrid, de Zaragoza, de Málaga. ¿Y qué dicen?
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