El G10 y sus repercusiones se está convirtiendo en un tsunami imparable. Lo peor es que ni cesa ni se le adivina el final y amenaza con devorarlo todo...
El G10 y sus repercusiones se está convirtiendo en un tsunami imparable. Lo peor es que ni cesa ni se le adivina el final y amenaza con devorarlo todo. Basta con acercarse a los foros de opinión de aplausos.es para comprobar el grado de excitación que flota en el ambiente. Y aprovecho para pedir corrección y respeto en la exposición y en la defensa de las opiniones de cada cual: o se guardan las formas o no se publicarán.
El desacuerdo con el planteamiento o la oportunidad del mismo, la mala gestión más que evidente que están haciendo la gente de ASM de uno de los legados más valiosos -me refiero a la imagen de los toreros en la tele y por rebote en la calle- no debe llevar a la satanización de los matadores implicados. La categoría personal y la dimensión torera de Juli sigue estando por encima de una buena o mala decisión en la gestión de su carrera y lo mismo cabe decir de Manzanares, de Morante o de los otros compañeros del G10.
No son el diablo ni los padres de todos los males de la Fiesta -la buena salud de la Fiesta y su futuro depende de todos los estamentos implicados- tampoco los empresarios están libres de culpa en este contencioso, ni nadie puede presumir de inmaculado. Por encima de aciertos o errores puntuales, varios de los componentes, al menos varios, del G10 son el principal activo artístico del toreo contemporáneo. No quieran acabar con ellos, no son el diablo. No nos enredemos en demagogias ni en vendettas. Aceleren un acuerdo.
