La evolución en el cuajo de la divisa burgalesa es una realidad en los últimos años. Sobre la base de un toro bajo, reunido y proporcionado, Antonio Bañuelos ha conseguido criar un animal con presencia que no sólo pasa el fielato veterinario de las plazas de primera sino que lo hace con notables resultados como refleja la corrida lidiada en Zaragoza en octubre. El ganadero reconoce que los retos se van cumpliendo y destaca las corridas lidiadas en Santander y Palencia como ejemplo de ritmo y raza.
“Nuestra ganadería cae muy bien y estamos en proceso de abrir nuevos mercados. Hemos luchado mucho para llegar aquí”
“Lucero, lidiado en Santander, fue un toro extraordinario, me lo hubiera llevado al campo y lo hubiera echado a las vacas”
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