La Revolera

David Mora entra en Sevilla

Paco Mora
sábado 28 de abril de 2012

Había dudas últimamente sobre si David Mora habría sido un espejismo. Se hablaba de un amaneramiento que le hacía encorvar la figura dándole cierto sabor añejo a sus verónicas...

Había dudas últimamente sobre si David Mora habría sido un espejismo. Se hablaba de un amaneramiento que le hacía encorvar la figura dándole cierto sabor añejo a sus verónicas, pero que con la muleta resultaba un punto antiestético. Yo sabía que a ese torero no se lo había comido el gato. Que en David Mora se podía confiar. Bastaba que le saliera por la puerta de chiqueros un toro de verdad, bravo, con fuerza y fiereza y la duración que dan esas tres condiciones, para que el toledano diera su dimensión. Y es que no es un torero de pitiminí; es un tipo enrazado, con valor, que torea bien y necesita un toro al que haya que poderle para fajarse con él, bajarle la mano y conducirle las embestidas con seriedad y empaque de torero caro. Y el toro quinto de hoy, puro Lisardo, bravo, repetidor y sin concesiones de torete de encargo para toreretes, había que hacerle las cosas muy bien y a su distancia y a su altura, como se las ha hecho Mora. Y cuando se encuentran en el ruedo un toro bravo de verdad y un torero con cuajo y torería de la buena, el torero tiene su premio que es el triunfo, y el toro el suyo, que es rendirse solo a una bella estocada. Y el quinto de Moisés Fraile ha sido uno de los toros más importantes de la Feria de Abril de este año. Un toro que no salió a la arena a  regalar nada sino a que un torero de verdad se lo ganara todo. Y David Mora ha entrado en Sevilla, casi en la prórroga, pero ha entrado. Solo le hacía falta un toro, y lo ha tenido esta tarde, porque ese tan cantado toro medio, solo sirve para ir vegetando en el escalafón.

Que es lo que les ha ocurrido a El Cid y a Daniel Luque. ¿Cuándo se darán cuenta los toreros, los ganaderos y los empresarios que el bobito de turno ni satisface al público ni le da categoría al torero. Los triunfos a los toreros se los dan los toros bravos de verdad y con raza para comerse la muleta por abajo. Ese toro colaborador, dulce como el algodón de azúcar de feria, que va y viene como dirigido por mando a distancia es el culpable de que la Fiesta se vaya extinguiendo lentamente, sin gloria ni grandeza. Es simplemente cuestión de tiempo.

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