La pincelada del director

Y lo peor de todo es que Madrid contagia

José Luis Benlloch
domingo 20 de mayo de 2012

De pronto Madrid es dolor. Decepción. Peligro. Una invitación a la deserción. Toros arriba y toros abajo, toros que no pueden embestir, toros de ida y vuelta, toros sin suerte también, toros deslucidos y toreros bajo colapso. Y al final mucho aburrimiento. Ahí duele, en el aburrimiento. Lo de siempre no, más. Peor. Nadie sabe a dónde lleva ese tobogán. Maldita sea. De un día para otro parece que se haya derrumbado todo cual castillo de naipes. La catedral, la seo, los cánones, la historia, el lujo, la gloria, la emoción, la grandeza, todo lo que hizo grande el toreo, sufre una voladura no sé si pensar que controlada pero sí sistemática, cada tarde. ¡Pum, pum, pum! En el peor momento. Un día y otro y otro. Ya no cabe ni la ironía, a estas alturas de la feria ya no te puedes coger al clavo ardiendo de los malos/buenos principios que nos acabaran llevando al paraíso. Y no tiene lógica la hecatombe. A nadie beneficia. Ahora mismo, transcurrida la mitad de la feria, San Isidro es un dolor y un sinsentido. Tantos años de experiencia, tanto poder acumulado, tanto profesional al frente, tanta buena intención, tanto interés, tanta complicidad, tanto buscar los nuevos caminos que nos llevarán al futuro, tanta implicación, tanto lujo literario, tanto ilustre en los burladeros… y se nos escapa la vida por lo más elemental. Por lo que siempre fue el toreo, por lo que nos ha traído hasta aquí. Por la vaca, por el toro, por el chico que quiere crecer, por el rústico al que no dejamos pasar de la puerta del despacho, por el desencuentro con la autoridad, por la intransigencia de ésta… por todo eso que tanto parece aburrir a los nuevos pensadores del toreo y por el capricho de las figuras también o eso supongo.

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