Veintitrés temporadas como matador de toros le contemplan. Pese a ello acaba de cuajar su enésimo faenón en Bilbao, uno de sus feudos. Fue el domingo y le sirvió para cortar dos orejas y abrir la puerta grande de Vista Alegre por quinta vez en su carrera. Y unos días antes había triunfado con fuerza en Nimes y Granada. Torería y capacidad incombustibles las del diestro valenciano. Sin guiones y sin pautas preestablecidas, hablar con Enrique Ponce es hablar de toros en estado puro. Sin líneas rojas, conversaciones diáfanas, reflexiones sinceras de quien ha logrado todo en el toreo y su meta está en disfrutar por encima de todo. Espíritu competitivo, afán de superación, capacidad de evolución y adaptación, esas son a su juicio las claves de su permanencia en primera línea y de su reconocida maestría. Se reta a sí mismo cada tarde, defiende su responsabilidad de figura máxima del toreo y la fuerza de su compromiso. Torero con galones y con su nombre escrito en la historia del toreo, Enrique Ponce continúa en acción.
“No he ido nunca a una plaza a pasearme. Mi meta cada vez que me visto de torero es triunfar y disfrutar, no he sabido salir a otra cosa”
“Uno siempre mira a los demás porque al final de lo que se trata es de ser mejor que el otro. Otra cosa es que la motivación se encuentre en superarse uno mismo”
“No tengo nada que demostrar a nadie, más que a mí mismo. Soy una persona exigente y si sigo aquí es porque me veo fuerte y a gusto”
“Estoy toreando muy para mí. Atravieso un momento artístico extraordinario. Mi tauromaquia se encuentra ahora en un momento de plenitud”

