Ejemplo de afición, instinto y fidelidad, Aurelio Hernando perpetúa en el corazón mismo de la Sierra del Guadarrama la leyenda del toro que forjó el Duque de Veragua. Con un centenar de vacas y la constatación de cuatro sementales que le aportan fiabilidad, la pureza de la sangre vazqueña hace frente al futuro. Riguroso y trabajador, el ganadero busca cada vez más un ejemplar que no pierda las señas de identidad de su procedencia pero que se adapte a los tiempos. Equilibrio entre el caballo y la noble entrega en la muleta. Callado esfuerzo y notable mérito.
“El toro de Veragua es un animal hondo y con volumen pero muy tranquilo en el campo y en la plaza durante los primeros tercios”
“Es un tipo de toro muy concreto que trato de defender porque el peligro de perder este patrimonio genético está latente”

