Ayer lunes, 30 de julio de este intervenido año 2012 se puso de relieve en la ciudad murciana de Calasparra, una de las injusticias más habituales en el toreo actual. Dos toreros jóvenes, López Simón y Jiménez Fortes...
Ayer lunes, 30 de julio de este intervenido año 2012 se puso de relieve en la ciudad murciana de Calasparra, una de las injusticias más habituales en el toreo actual. Dos toreros jóvenes, López Simón y Jiménez Fortes, demostraron que están en condiciones de competir con quien sea y donde sea. Jiménez Fortes está tocado por la varita mágica de los Chopera y dale que te fue, pese a las dificultades que presenta la temporada en curso, va toreando en plazas en las que los triunfos valen su peso en euros. Y además está anunciado en casi todas las ferias que quedan hasta el otoño. Nada que objetar; es un pedazo de torero de los que el paladar agradece, estragado de que le pongan en la mesa siempre lo mismo un año tras otro.
Pero el caso de López Simón clama al cielo; es un torero con personalidad, recio y de maneras profundas que tiene por bandera hacer el buen toreo en terrenos de compromiso. Después de una fulgurante carrera novilleril tomó la alternativa con éxito en plaza de primera, y tal parece que se le estuviera haciendo pagar el atrevimiento de irrumpir en el escalafón con empaque y empuje de figura del toreo. Y sobre todo, tutelado por un taurino independiente, trabajador, educado y noble al que todos los toreros que ha llevado lo tienen por un apoderado de culto.
Bueno, pues ayer en la ciudad del arroz López Simón, con una corrida de toros seria y con sus dificultades, dio un aldabonazo del que los taurinos presentes deberían haber tomado nota. El público ya lo hizo, premiando su buena tarde con tres apéndices auriculares y repetidas ovaciones a lo largo de la tarde. Y he hablado de injusticia porque lo es que López Simón esté sentado mientras tantos peones de albañil pasean el traje de luces por esas plazas de Dios.
