El reto de la tele en abierto se pasó con nota. Más que por los datos por las sensaciones. Normalidad. Los anti despotricaron, los pros nos relamimos de gusto. El caso es que hubo toros en TVE y la gente se sentó a verlos. Un millón doscientos mil espectadores no son pocos. Claro que uno hubiese querido más. Un subidón en las audiencias hubiese tapado muchas bocas y hubiese allanado muchos caminos. No se consiguió pero tampoco nos estrellamos. Hay hechos evidentes que lo demuestran: se mejoró la media de la cadena; por una vez en cita de gran escaparate, la corrida estuvo presentada acorde a la categoría de la plaza, se asegura que incluso por encima; los toreros dieron la talla; el gran público salió feliz, muchos aficionados también, otros menos pero tampoco se esperaba que diesen el brazo a torcer y en cualquier caso no era el día de ponerse ni birrete ni bigote; y un detalle fundamental si me permiten la ironía, a día de hoy no se sabe que ninguno de nuestros jóvenes, incluidos los niños y los que ven las películas de karate, tiros y muertos hayan sufrido ninguna mutación o alteración en su intelecto. Quedó claro que programas de alto costo y mucha promoción pasan a diario por las teles con menos espectadores y escasos/ninguno valores que recomendar.
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