Buena novillada en términos generales de Nazario Ibáñez. El encaste Núñez sigue funcionando, y vale la pena cuidarlo pues es parte importante de la escasa variedad de la cabaña brava actual...
Buena novillada en términos generales de Nazario Ibáñez. El encaste Núñez sigue funcionando, y vale la pena cuidarlo pues es parte importante de la escasa variedad de la cabaña brava actual, copada por lo de Parladé a través del encaste Domecq. Excepto uno, que ha resultado escaso de fuerzas, los novillos de Nazario han hecho un papel muy digno esta tarde en Las Ventas.
El triunfo lo ha tenido en el bolsillo el madrileño Gonzalo Caballero, con dos faenas tesoneras en las que ha brillado su buena colocación y entrega, así como un buen concepto del toreo que le podría haber abierto la puerta grande si la espada hubiera viajado con acierto. Pero para matar hay que tirarse al hoyo de las agujas jugando la mano izquierda, cosa que no ha hecho el valiente y esforzado novillero. Caballero debería reflexionar sobre lo que le ha costado hoy ese defecto en la ejecución de la suerte suprema. Álvaro Sanlúcar es un novillero muy nuevo pero muy listo, que aprende la asignatura con rapidez. Tiene buenas hechuras y sentido de la colocación y las distancias. El exceso de desarmes le ha privado de redondear la faena en su primero. El venezolano César Valencia, simpático novillero de gran desparpajo, no ha tenido su tarde, pero anda suelto y está preparado. Otro día será. Mejor entrada que en la anterior novillada, en tarde cambiante en la que el sol y la lluvia y el viento y la calma se han alternado a lo largo del festejo.
