Con dos tercios de entrada en el Coliseo francés se celebró el primer festejo de abono de la Feria de Primavera de Nimes. Se lidiaron seis novillos del hierro de Yerbabuena, propiedad de José Ortega Cano y Rocío Jurado, muy bien presentados en conjunto y de un juego más que estimable para los toreros, siendo todos ovacionados en el arrastre. José Antonio Iniesta, de rosa y oro (ovación con saludos y vuelta al ruedo tras petición de oreja), Marc Serrano, de blanco y oro (palmas y oreja) y Julián López “El Juli”, de verde botella y oro con remates negros (oreja con petición de la segunda en cada novillo).
"Un año más, y ya van diez, la plaza de Nimes abrió sus puertas para este ciclo de novilladas, que antes se denominaban de carnaval, y ahora de Primavera. Rara vez desde entonces no ha salido un novillero funcionando. Un año Marcos Sánchez Mejías, otro Chamaco, otro Jesulín y Finito, otro José Tomás, el año pasado José María Manzanares, y algunos más que no me pasan ahora por la memoria. Pues bien, de todos estos nueve años, sin temor a equivocarnos, este de 1998 con El Juli (que ya viene de México en figura) será uno de los que pase a la historia con más fuerza. Sin caballos dejó una impresión gratísima el pasado año por estas fechas, pero en esta presentación con picadores, lo de este Juli ha sido muy gordo”.
"Gustó mucho en Nimes José Antonio Iniesta, que tiene muy buen concepto del toreo, finas maneras y valor muy natural. Muy bien el nimeño Marc Serrano, que prospera en su profesión a pesar de torear poco. No regatea esfuerzo, tiene valor y muchas ganas de ser torero".
Nuestro compañero de Aplausos Luis García escribía sobre El Juli: “Recuerdo que cuando vi a El Juli de becerrista, me pareció el mejor becerrista que había visto en mi vida de aficionado. Ahora que lo he visto ya de joven, me da igual con 16, 17 ó los que tenga, estoy por asegurar que estamos ante una figura cumbre del toreo, de esas que Dios da al mundo cada 30 ó 40 años. Su estancia de casi un año en México le han dado ocasión de aprender a torear con el capote a las mil maravillas, de templar y alargar las embestidas de los toros como un figurón del toreo y de todo aquello que podía faltarle en su prodigiosa cabeza, “amueblada” con muebles de caoba, ébano, rosal y toda la fantasía que imaginarse pueda. Este no necesita ningún “banderillero locutor”, sencillamente está al borde de la perfección, en lo humano torero. Necesita solamente torear el toro bravo, pero bravo de verdad, no el bravo de cachondeo con historias y tragedias. Un novillero francés, buen amigo, al salir de la plaza me decía, sin el menor sentido de la palabrota, taurinamente hablando, como suele hacerse en la jerga: “Luis, este tío es un cabrón con el que dará miedo hacer el paseíllo. Parece imposible”.
"Tenía toda la razón el maestro Gregorio Sánchez cuando el pasado año me decía precisamente aquí en Nimes: “Me da reparos decirle nada desde el callejón, porque cuando pienso algo, ya lo ha hecho, no sé dónde podrá llegar este chiquillo, que además tiene El Cossío en la cabeza”.
La presidencia, un poco cicatera debió premiar ambas faenas con las dos orejas pedidas mayoritariamente por el público. Estas fueron brindadas a nuestro compañero José Antonio del Moral y a los propietarios de Yerbabuena, Ortega Cano y Rocío Jurado, presentes en la novillada.
El Juli contaba esa mañana de febrero 15 años y cuatro meses… carrera meteórica ese año pues sumo 56 novilladas saliendo en hombros en 48, debutó y se despidió de Madrid en septiembre, y a pocos días de cumplir los dieciséis años recibió la alternativa en este mismo coliseo francés.