Clínica Moncloa. Madrid. Sobre las ocho de la mañana. Cita para entrar en un tubo de esos de hacer resonancias, lumbar primero, rodilla izquierda después. Dos señoritas, una de verdad y otra de unos 50 y pico. Me enseñan un cuarto, un zulo con percha y asiento de eskay. La bata que te dan es inhumana. Muy ridícula. Las batas de los hospitales quedan mal a los sanos. De medio lado, rutina absoluta, la señorita de edad me ordena: se desnuda y se queda en calzoncillos y en calcetines, por favor. En qué quedamos, me desnudo o me quedo como dice. No estoy para bromas. Yo tampoco. Salgo del zulo vestido sin dignidad, pero descalzo.
