La genialidad del artista fuera y dentro de la plaza, así es Curro Díaz. Natural, elegante, amante de la imperfección, fiel a sí mismo y a un modo de entender el toreo donde se reflejan la pureza y muchos de los valores que posee la Tauromaquia. En su Linares del alma acaba de volver a recordar la belleza de un concepto donde se transpira la profundidad, la creatividad y el abandono. La ley de Curro. Como él mismo apunta: Del mejor, Curro Díaz.
- “Desde la cornada de 2011 sólo doy importancia a las cosas que la tienen. Sólo me preocupo de torear como necesidad vital y el triunfo es una bomba de oxígeno para respirar”
- “No me gusta cuando se habla de que se han tocado las teclas del toro, no lo entiendo. La gente debe salir de la plaza acordándose de instantes de una faena y no de las orejas”
- “Creo en la imperfección del arte y, es más, creo en el enganchón de un muletazo. La perfección no es buena para nada. Prefiero el tachón de un artista que escribe a mano que la perfección de un ordenador”
- “Me he sentido muchas veces desubicado e incluso me siento aún. Más allá de lo que llamamos sistema, lo peor del toreo son las modas y en ellas sí me siento ausente. El toro para mí es mucho más grande que todo eso y no pienso entrar en modas ni cambiar mi forma de torear por adaptarme a algo en lo que no creo”
(Foto: Javier Arroyo)
