El Gobierno promueve un Plan Nacional para la Tauromaquia. Esta es la clave para el futuro del toreo. Es tan esencial acertar con este Plan, que se le pide, se le exige casi a la Administración, que acierte con las necesidades urgentes y con las importantes. Lastimosamente, dada la incapacidad de pacto e iniciativas de consenso entre las gentes del toro, este Plan ha de cubrir esa carencia de iniciativa privada. Es curioso como, al final, derrotada toda esperanza en la inteligencia de los profesionales del toreo, será lo público, el Estado, quien tendrá que poner orden en lo privado: en las urgencias de crisis, en la importancia de un modelo de relaciones laborales, fiscales, en la génesis de la nueva tauromaquia de las próximas décadas. Y en lo público: armar un blindaje hacia adelante del toreo como parte cultural e industrial de este país.
