Siente que ha profundizado más en su concepto. Que ahora es él quien controla su toreo y no los nervios de sus inicios. Todo ello se traduce en madurez, una madurez que Daniel Luque ha ido ganando según transcurrían los años aunque, como apunta, aún no acaben de cantársela. La de 2013 ha sido para el de Gerena una temporada buena en cuestión de números y relativamente satisfactoria a lo que artísticamente se refiere. Él garantiza que si el factor suerte le hubiese acompañado algo más, podríamos hablar de un año redondo en todos los sentidos.
- “Este año he toreado toros muy despacio. El temple va siendo con el paso del tiempo una cualidad en mí”
- “Lo único que me hace falta es llegar a Sevilla o Madrid y demostrar lo que en otros sitios ya he demostrado”
