A quienes afirman que les gusta el toro, el que sea, les animo a decir lo que nunca han dicho: que o ponemos el toro en valor o la fiesta será una fiesta menor. Este es el plan B. Lo otro, el plan Z.
Existen planes que no son planes, son pecata minuta con el plan que sí es plan: el del toro, el de los ganaderos. Jamás hubo un ninguneo tan grande y alevoso contra el toro. Hace décadas le cambiaron el tamaño de origen. Hace otras décadas se han pagado apenas los costes en muchas corridas. Durante estos años que la crisis va durando, al campo no le ha dado tiempo de adecuar su producción al número de festejos que se celebran. El ciclo del toro es más lento. Por esta razón en el campo ha habido excedentes, corridas que caducaban como productos perecederos y que los ganaderos se las quitaban de en medio por dos euros. Lo mismo que los animales para los festejos menores.
Pero ahora, sobre todo para el año próximo, la reducción del campo ya es real. Personalmente animaría a una vuelta de tuerca más a esa reducción. Quizá cuando el poder o el equilibrio tenga la forma de un triángulo: empresa, torero, ganadero, las relaciones del toreo serán sin tanto plan y con mejor estrategia. Este asunto del toro puede ser la clave del futuro de todo este caos que ha tenido al toro como el ser menor de una fiesta mayor. El toro. Ya sabe el aficionado y el público lo que pienso del toro. Y a quienes afirman que les gusta el toro, el que sea, les animo a decir lo que nunca han dicho: que o ponemos el toro en valor o la fiesta será una fiesta menor. Este es el plan B. Lo otro, el plan Z.
