La clase como vehículo de la bravura. Ahí radica el concepto de esta ganadería, cuyas riendas dirige David Domínguez. Treinta años de experiencia dan para mucho. Espacio corto pero suficiente para fijar por medio de un trabajo una línea de actuación y sentar unas bases. Hechuras armónicas. Con la bravura del fondo que posee de Marqués de Domecq y la clase de una aportación puntual pero definitoria de Jandilla. Un equilibrio, una suma de factores.
- “Los toros tienen que tener entrega en la muleta y eso únicamente se consigue por medio de la clase. La bravura de verdad se demuestra con la entrega, respondiendo al sometimiento de los toreros”
- “Nos dimos cuenta de que lo del Marqués salía muy bravo, con mucho motor y tampoco era con exactitud lo que queríamos, así que echamos tres toros de Jandilla para atemperar aquella embestida”
- “Sin clase es imposible que el torero esté de verdad a gusto delante del animal. El toro debe criarse para que el diestro pueda crear esa obra de arte y el público pueda vibrar mediante el espectáculo y la estética, deben divertirse y no pasar miedo”
- “Me gusta el toro bajo, de pequeño esqueleto y corto. El toro me gusta que enamore por su presencia, por sus hechuras”
(Foto: Arjona)
