El edificio de la Fiesta está tan delicado que si se tambalea la catedral de Sevilla, átense los machos del mañana. Sevilla ha sido campo de enfrentamiento entre cinco toreros de nivel y una empresa discutida. Seguramente Canorea no habló como debía y ha optado por el silencio de la respuesta y por el del futuro. Su lenguaje no fue el apropiado y la réplica sí fue de una magnitud que nunca se había conocido en la Fiesta, con cinco toreros de acuerdo. Y algunos con la generosidad de no pisar su plaza más querida, más suya y más de él, como es el caso de Manzanares.
