El artículo de la pasada semana de José Luis Benlloch contenía en su esencia una de las más crudas realidades de este momento. Ha bastado que la feria de Sevilla se trasladara a este mayo para que viéramos con enorme claridad y espanto que abril era un erial. Apenas hubo toros, casi nada o nada que nos dé fe de que la temporada ya estaba en marcha. Abril sin apenas toros. Es la radiografía de una puñetera realidad. Están cerrando plazas. Estamos cerrando plazas.
Cayó Cataluña, cayó San Sebastián, atacan por Galicia y hasta se atreven con Sevilla, en cuanto han visto la desbandada de las figuras y la posibilidad de que baje el número de militantes en esta afición. El enemigo siempre está al acecho. Entre otras cosas porque está organizado y porque vive y come de eso. Más que un sentimiento lo suyo, desde Anselmi y sus tangos, hasta el que te grita asesino al oído al entrar en Valencia, en Sevilla, en Bilbao a una tarde de toros, es un negocio.