En Brasil, donde el balón es la asidera para salir de la favela, la población se alza en armas contra el Mundial. Hay un silencio vivo y ruin de los medios sobre este asunto, no vaya a ser que el miedo a la realidad lastime el negocio. Hace poco un periódico nacional tituló en portada y en letras grandes "Héroes" a los jugadores que ganaron la Copa de Europa. Los héroes, ahora, son los que se fichan (compran) por un arco monetario que va desde los 30 a los más de 100 millones libres de impuestos. Las calles se inundan de una ilusion de bufandas y cerveza que dura lo que dura esa certeza falsa de que, en nuestro día a día paupérrimo, somos alguien porque nuestros héroes de 100 millones que no pagan impuestos han ganado una copa. De Europa. Copa. No otra cosa. Una copa. Y de Europa.
