Sorprenden muchas cosas de Manolo Rubio, pero sobre todo su entereza y su profesionalidad. Con la rodilla hecha añicos y los ligamentos destrozados, el veterano subalterno asegura sentirse “animado” y “contento conmigo mismo. Me cogió cumpliendo con mi deber y no me echó mano corriendo. Cuando te pones un traje de luces asumes un riesgo y por mi parte lo tengo muy asumido. Me duele, es un trance muy duro, porque la temporada esta siendo muy bonita y estamos muy felices de ver a Antonio Ferrera en el momento que se encuentra, pero cuando vienes las cosas así hay que hacerlas frente y mirar con optimismo hacia adelante”.
Esta mañana el Doctor Máximo García Padros ha procedido a curarle la herida de la cornada, una incisión tremenda, de 15 centímetros en la región perineal, con orificio de entrada y salida, que alcanzó el pubis y contusionó uretra y recto. “He tenido una suerte inmensa porque el pitón entró por la parte delantera del ano y la trasera de los testículos. Son zonas muy delicadas donde los destrozos podían haber sido inmensos. Por fortuna va la herida bien y eso sinceramente es lo que menos me preocupa. Lo que tengo muy fastidiada es la rodilla”, explica Manolo Rubio.
Y es que la rodilla derecha se la destrozó por completo ese avieso y peligroso toro de Victorino Martín. “Llevo toda la vida en el toreo y nunca he visto un toro con esa agilidad y esa agresividad para levantarse”, sostiene el subalterno, quien deja claro un aspecto: “No le guardo ningún rencor al toro. Su obligación es coger. Me pegó la voltereta cuando cumplía con mi deber de forma honesta y profesional, no le voy a dar más vueltas. El toreo tiene gloria y crueldad”.
La reconstrucción de las importantes lesiones sufridas en su rodilla, llevará tiempo. De momento, la zona dañada esta escayolada por completo y hasta que no baje la inflamación, es imposible proceder a una inevitable intervención quirúrgica. “Hasta que transcurran ocho o diez días no se puede hacer nada. Confió plenamente en mi matador y en Raúl Gracía ‘El Tato’ quienes tomaran las decisiones más oportunas sobre si me intervienen aquí o me trasladan a otro sitio. De momento, paciencia y lo que esteépara uno hay que afrontarlo”, apunta Manolo Rubio, quien concluye con una reflexión sincera: “En dos días y dos noches que llevo ingresado me ha dado tiempo a pensar muchas cosas, pero el sentimiento mayor que me invade es el de haber tenido mucha suerte porque el pitón podía haberme hecho destrozos mucho más grandes y además me ha cogido en una plaza como Las Ventas donde hay unos cirujanos y unos equipos médicos muy buenos. Lo demás, es cuestión de tiempo”

