Miguel Ángel Perera atraviesa un momento extraordinario y puede con todo a base de valor y un poderoso conocimiento de la lidia. ¡Y hay que ver cómo brilla con el toro-toro! Y no es que haya sorteado...
Todo son cábalas en busca de la solución para que la Fiesta de los Toros vuelva a ser el espectáculo español por excelencia, como lo fue en las épocas doradas de José y Juan, Manolete y El Cordobés. Es cierto que José Tomas pudo ser el gran revulsivo del toreo actual capaz de llenar las plazas hasta la bandera. Pero eso no se sabrá nunca porque con tres o cuatro corridas al año, no puede ser y además es imposible. Es cierto que de tarde en tarde han aparecido toreros capaces de arrastrar mucha gente a las plazas. Pero me temo que para llenar esos largos interregnos habrá que recurrir al toro, que al fin y al cabo es el auténtico rey del espectáculo taurino.
Viendo la plaza de Pamplona llena a reventar cada tarde, uno tiende a creer que si en todas las plazas se cuidara el toro como se cuida en San Fermín la gente no desertaría de los tendidos. Pero se me antoja que Pamplona no tiene imitación posible. Sencillamente porque San Fermín no es solo el toro –que lo es y mucho-, sino producto de un cumulo de circunstancia que lo hacen único e irrepetible. Así y todo, la presencia este año de los toros de hierros comerciales, con volumen, fuertes y bien armados por delante da mucho que pensar. Con este tipo de toro los toreros lucen de forma distinta y levantan la pasión en los tendidos.
Ese medio toro, que sale incluso en muchas ferias de primera, echa al público de las plazas. Lo importante es que “el toro de Pamplona” está saliendo en términos generales bravo y encastado, y con esas dos condiciones ni el tamaño ni la anchura de los pitones importan. Lo de Victoriano del Río, lo de Garcigrande, lo de Borja Domecq esta tarde y lo de Fuente Ymbro mañana, hacen de la de Pamplona una Fiesta diferente.
Miguel Ángel Perera atraviesa un momento extraordinario y puede con todo a base de valor y un poderoso conocimiento de la lidia. ¡Y hay que ver cómo brilla con el toro-toro! Y no es que haya sorteado los dos más propicios, porque el segundo de la tarde repartía hachazos a diestro y siniestro, pero lo ha desengañado ofreciéndole los muslos y la barriga, apoyado en una muleta que ha sido primero látigo y luego guante de seda. Fandiño ha peleado con el peor lote y también ha logrado hacerse respetar. Sin embargo, Castella, que ha tenido que pechar con dos bobalicones sin carácter ni recorrido, bastante ha hecho con demostrar su capacidad y torería. Y es que para que la Fiesta siga hace falta el toro bravo y encastado de verdad. Tenga el peso y la cornamenta que tenga. Sin pasarse por exceso pero tampoco por defecto. ¿Es exportable el toro de Pamplona? Yo no lo sé pero valdría la pena probarlo.
