Nadie era extraño en la Feria y a nadie le era extraña la Feria de Valencia. Naturalmente la Feria no se acababa en la plaza de toros, en cuyo ruedo se exhibían las primeras figuras del momento y las divisas de mayor prestigio, la Feria se extendía a sus pabellones donde la noche era larga y apasionante. Y no podía faltar Orson Welles, ciudadano universal y amante de la paella como pocos.