El sólo hecho de incluir dos novilladas con picadores en un abono de diez festejos (lo que ya no se ve y tanto se necesita) como es el caso de la feria de Albacete del próximo septiembre, es motivo suficiente para que sea cantada, para que se le reconozca entre las más ejemplares e ilusionantes para quienes emprenden una carrera artística tan compleja (en mi opinión más que ninguna otra) entre cuantas se puedan elegir. Y si además se hace con lógica y profesionalidad, lo propio en quien sabe que en la renovación está el futuro asegurado, es para tocarle las palmas al organizador. Y no me duelen prendas en hacerlo. El planteamiento tiene fundamento y criterio: presenta a los novilleros punteros del momento, Javier Zulueta, Aarón Palacio o El Mene, y los encara con los más destacados de la tierra, Manuel Caballero, Nicolás Cortijo o Alejandro Quesada. Se trata de la manera más directa de estimular a los chicos y ponerles en valor. A propósito de canteras, la de Albacete ha sido tradicionalmente de las más prolijas y uno de los pilares a la hora de fidelizar la afición manchega que ha vivido sus triunfos como propios.
Por otro lado, te pones a analizar los carteles de las ocho corridas programadas y no se puede decir que sobre nadie, por lo que sería ocioso señalar ausencia alguna. Sin embargo, es cierto que si en el caso de los novilleros a los de casa se les ha dado la oportunidad de mezclar y competir con la flor de escalafón, entre los matadores de alternativa se ha quebrado el criterio y no se ha aplicado la misma filosofía en un momento crucial de sus carreras, justo cuando más necesitan estar presentes en los escaparates estelares de las grandes citas. Y tratándose de Samuel Navalón o Alejandro Peñaranda como es el caso, tan valorados por crítica y afición a su paso por San Isidro, no se les estaría regalando nada extravagante, sería justo para ellos y conveniente para Albacete. El argumento no es paisanaje ni chovinismo, es justicia y meritocracia. Los argumentos exhibidos por Samuel ante la corrida de Conde de Mayalde, y por Peñaranda la tarde de su confirmación ante los toros de Lagunajanda, merecen un trato menos tímido, más en la línea aplicada con los novilleros. Estoy convencido de que saldrían ganando todas las partes.
