TAL DÍA ESTA SEMANA… 12 DE AGOSTO DE 2000

Sebastián Castella, las bodas de plata del torero francés más importante

Alfonso Ávila
martes 12 de agosto de 2025
El diestro de Beziers se doctora en la plaza de toros de su tierra con José Tomás, que cuaja una actuación extraordinaria, y Enrique Ponce

Sucedió en Beziers, su ciudad natal. Hace justo este 12 de agosto veinticinco años. Sebastián Castella, el torero más importante que ha dado Francia, tomó la alternativa. Tal y como escribió en Aplausos Juan Martínez, "hoy sobre esta arena centenaria, se ha entregado a José Tomás la llave del toreo. El cielo de Béziers ha sido testigo del crepúsculo de quien ha mandado en el toreo, de quien manda ahora y de quien sueña con mandar", refiriéndose a Ponce, José Tomás y Sebastián Castella, integrantes del cartel de aquel día.

Con apenas diecisiete años se doctoró Castella. "Tiene pellizco este torero. Tiene buen gusto y torería, arte aún sin pulir. Es valiente, se queda quieto, con los calcáreos clavados en la arena hasta aguantar lo ilógico. Cimientos básicos del toreo que tiene Sebastián Castella. Si después es capaz de construir su castillo sobre estas bases, sólo Dios sabe, pero hoy se ha abierto una puerta a la esperanza del toreo francés".

El toro de la alternativa salió un poco abanto y le costó pararlo. "Lo recibió con cuatro verónicas y dos medias con clase y quietud. Luego un quite por chicuelinas sensacional. Le cedió los trastos Ponce e inició la faena por alto con series por la derecha. Con la izquierda, templa y manda en dos series con verdad. Redondos por detrás; aguanta impasible; deja una estocada hasta la bola. Se piden las dos orejas y el presidente concede sólo una".

Su segundo tenía calidad, más tranco, "lo soluciona con quietud, a base de valor, en tandas por la derecha, recursos toreros, redondos por detrás en los que aguantó más allá de la lógica. Mató de una estocada hasta los gavilanes y consiguió una oreja de ley".

Aquella tarde José Tomás hizo "el toreo". Su mano izquierda es "como el botafumeiro que esparce el aroma del toreo y hace que la esencia se vaya elevando poco a poco desde la arena del ruedo, hasta el lejano tendido de los sastres, cada vez más puro. Toreando se olvida del mundo que le rodea. Su primero no se había dejado torear con el capote; José Tomás, supo exprimir hasta la última gota de esencia, sus redondos con la derecha son lentos, pausados, todo verdad, todo temple, todo mando ¡el toreo!, ese que siempre se sueña y nunca se ve. Con la izquierda, la muleta y el toro marcan la espiral perfecta que hace sentir la emoción y comprender al aficionado el porqué se llama natural a esa suerte del toreo, cuatro naturales y uno de pecho que besan la cima del toreo, toda esa faena en apenas un metro cuadrado. Cuando mató de una estocada hasta la bola, el presidente acalló a la multitud sacando al unísono los dos pañuelos. Con su segundo, se lució con el capote con lances a pies juntos, pero al primer muletazo se derrumbó el toro, y ya nada se pudo hacer".

No tuvo suerte Enrique Ponce con su lote. El valenciano, decía el cronista, "irradia maestría pero ya no llega como antes".

Lleno en la corrida de la Feria de Béziers. Se lidiaron seis toros de la ganadería de Juan Pedro Domecq, bien presentados y con trapío, nobles en general, fueron todos ovacionados en el arrastre a excepción del quinto. Enrique Ponce, saludos tras ovación y pitos tras un aviso; José Tomás, dos orejas y ovación; y Sebastián Castella, oreja y oreja. Sebastián Castella recibió la alternativa con el toro Diligencia, marcado con el número 61.

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