David Galván: ¡Prohibido lo corriente!

José Luis Benlloch
viernes 22 de agosto de 2025
Es David Galván, de San Fernando, torero de los que saben torear que no es cuestión baladí ni tan siquiera frecuente. Un valiente en el jardín de los artistas, un alma de artista al que la ambición le ha liberado de los límites propios de los de su género. Si lo escuchas, un verso libre, un tipo singular que se tiene prohibido lo corriente

-¿Quién decimos que es Galván?

-Un torero, es evidente. Honesto y sincero en la calle e igualmente en la plaza donde comparezco sin nada previsto. La originalidad es una de mis banderas.

-¿Es el momento Galván?

-Sin duda.

-¿Cómo vas de ambición?

-Igual que de afición. Toda. Ambas son mi primer impulso de cada día.

-¿Por qué torero?

-Por la varita de Dios. Tengo todos los condicionantes para no ser torero. Mi madre es de Gran Canaria donde viví mis primeros ocho años de vida, mi padre no era ni aficionado, pero… un día vi una becerrada en la tele de mi abuelo y me quedé impresionado y enganchado. Así que torero por la varita de Dios, no se me ocurre otra cosa. 

-¿Guerra o paz?

-Paz, siempre paz. Ahí es donde marcas diferencias. Lo fácil es mosquearte. Yo sé que la guerra es más atractiva y tiene más intríngulis periodísticamente hablando, pero lo difícil es templarte y torear despacio, o echarle el vuelo suave de la muleta cuando te viene una embestida bronca o colocarte al pitón contrario sabiendo que el toro tiene temperamento y pide guerra. Así que paz.

“Yo comparezco en la plaza sin nada previsto. La originalidad es una de mis banderas”

-Los toreros de arte tienen licencia de espera o se la toman. Cuando las cosas no vienen de cara si uno tiene la etiqueta de artista se le permite dejarlo para mejor ocasión.

-Yo no me la he tomado nunca, te lo aseguro.

-Por cierto, veo en las ferias ternas de los considerados, justamente, como toreros de arte y no te veo. Y me digo, falta Galván.

-Hombre… -aquí entiendan un ruidoso silencio como respuesta-.

-Por tu silencio tú también lo piensas.

-Hay veces que uno echa de menos ciertos sitios, ciertas plazas y ciertos huecos que uno cree que le corresponden, sí. Y como creo que me corresponden los voy a conseguir, los voy a crear.

-¿Al toro hay que imponerse o hay que convencerle?

-Hay que convencerle, con carácter si es necesario, pero hay que convencerle. Cuando lo logras se establece una especie de trato entre toro y torero que genera una simbiosis adecuada para hacer el toreo bueno.

-¿Sometimiento o acompañamiento?

-El acompañamiento carece de profundidad y no te hiere. La profundidad te raja por dentro y te hiere.

“Sé que la guerra tiene más intríngulis periodístico, pero lo difícil es templarte y torear despacio, colocarte el pitón contrario sabiendo que el toro tiene temperamento y pide guerra”

-Tendrás tu toro ideal, qué le pides. ¿Condición indispensable?

-Que me embista despacio.

-Hay una creencia general de que la despaciosidad es responsabilidad exclusiva del torero.

-Paula decía que el temple debía tenerlo el toro, que el toro debe embestir despacio para que el torero toree despacio. Yo le añadiría que el torero debe tener la intención de torear despacio, si no tienes esa intención puede que el toro embista despacio y tú pegues un trapazo.

-En esto del toreo el estímulo es la pasta.

-Uno de ellos, sí. Cuando ves que la cosa tiene color te pones delante del toro con otra alegría.

“El toreo de acompañamiento carece de profundidad y no te hiere. La profundidad te raja por dentro y sí te hiere, sí”

La charla, más que entrevista, ha arrancado sin más preámbulos, a saco. Es David Galván, de San Fernando, torero de los que saben torear que no es cuestión baladí ni tan siquiera frecuente. Un valiente en el jardín de los artistas, un alma de artista al que la ambición le ha liberado de los límites propios de los de su género. Si lo escuchas, un verso libre, un tipo singular que se tiene prohibido lo corriente. Hablamos a la vuelta de su momento gym. Ya se sabe que los toreros actuales le dan especial relieve a la preparación física. Le bromeo: correr no es nada bueno para la gente de tu género, que el cuerpo puede mal acostumbrarse y en los momentos de compromiso en la plaza uno se puede acordar. Acepta la ironía y responde rápido: “Que sepas que se puede correr con armonía...”, y me desarma, si es así, si es con armonía…

Nació en San Fernando, cuando comenzó la locura del toro se instaló en Los Barrios y con el Covid se trasladó a Algeciras a la búsqueda de la subsistencia económica y artística. Allí inició estudios de sociología que tiene pendiente terminar y encontró trabajo en el descorche del alcornoque que es una tarea especialmente dura que llega en plena canícula. Se trataba de subsistir y esperar a que le llamasen para torear. Fuese donde fuese, incluido un tentadero, la esperanza era torear, aunque por aquel entonces, recuerda, nadie le llamaba.

-Sigamos. Una división de toreros muy elemental pero muy utilizada es aquella de torero artista o torero valiente, por mucho valor que tenga un artista o mucho arte un valiente. ¿A ti dónde hay que situarte?

-En el sitio de Galván. A lo mejor suena ególatra o prepotente pero un artista debe tener la ambición de marcar época, de crear un camino propio.

-¿Estás convencido de que la puedes marcar?

-Eso está en la mano de cada uno, así que ¿por qué no va a estar en la mía?

-En ocasiones se bromea con aquello de que el arte es una excusa para no arrimarte…

-Tengo costurones suficientes para demostrar que no es así. ¿Catorce cornadas te valen?

-Me valen.

-Mi ambición es crear un camino, un sello propio y quiero que eso se transmita. Lo voy consiguiendo poco a poco. Voy a las plazas y gracias a Dios la gente va ilusionada a ver el toreo de David Galván, no va a ver al torero artista o al valiente, van a ver las formas de David y eso es muy enriquecedor, a mí me motiva y me alimenta.

Al hilo de la cuestión, David trae la valoración que hizo de su toreo Rancapino Chico después de verle confirmar la alternativa en Nimes. “Como le daba miedo el avión se vino con la furgoneta”, cuenta David. “Era la víspera de la corrida de Madrid y yo andaba preocupado, porque, aunque corté una oreja en el Coliseo, hubiese querido un triunfo mayor para ir a Madrid más tranquilo. Y con la sencillez y la hondura que hablan los llanos, que a mí me gusta mucho, me dijo: David, ten en cuenta que tú eres especial, tu toreo tiene arte pero es valiente y eso es muy difícil de conseguir. Y todo cambia cuando lo haces templao…”.

-Entiendo que querría decir que templao mejora.

-Sí, sí, eso. Y añadió: “Así que en Madrid te tienes que olvidar de que eres un torero de arte que tiene mucha valentía, porque cuando lo haces templao aquello tiene una transmisión diferente que nadie lo sabe explicar, nadie sabe lo que ha pasado allí”. Eso me dijo y a mí esas palabras me llenaron, significaron mucho para mi ánimo, así que cuando pasó la faena de Madrid, que fue de inspiración y al mismo tiempo muy clásica, porque no hay nada más clásico que un doblón, un trincherazo o un pase de pecho a la hombrera contraria, también fue muy heterodoxa en su estructura y muy templada como decía él… al final, cuando maté el toro, la gente se quedó un poco como sorprendida y no tuve más remedio que acordarme de lo que me dijo Alonso a la vuelta de Nimes.

-Permíteme una confesión de aficionado o de crítico, para que no sean todo alabanzas en esta charla, a ese toreo bueno de Galván que estamos refiriendo en ocasiones le pesa un exceso de gestualidad, es como si sobreactuases sin necesidad.

-Te basas en la tarde de Alicante.

-Y en alguna otra. Ese día, con lo bien que llegaste a torear, te cargaste de un plumazo algo tan importante como la naturalidad y en un torero de tu calidad suena a postizo, en realidad es una herejía.

-Y lo escribiste, lo leí. A mí tampoco me gusta lo impostado, eso va en contra de mi concepto, no entra en mí. Aquello fue ante dos toros de poca vida. Lo recuerdo. Pese a hacerles cosas buenas faltaba transmisión, y por querer vestir la escena quise manifestarme con mayor expresividad y pudo parecer postizo pero era simplemente un recurso. Quise salvar la tarde como fuese. Aquella crítica me sirvió para profundizar más en la pureza y en la naturalidad que yo también siento. Entendí que no hace falta poner énfasis en formas más superlativas.

MANZANARES Y MIGUELÍN

-Veo que le das mucha importancia a la preparación física.

-Mucha, tengo esa educación desde siempre. Los toreros en los que me he fijado han sido toreros que le han dado mucha importancia. Se me vienen a la mente el maestro Manzanares y el maestro Miguelín que son dos toreros que en cuanto a concepto están en las antípodas uno de otro y que yo tengo como referencia.

-La combinación es tan brillante como sorprendente, Manzanares-Miguelín. Reconocida mi admiración hacia el maestro alicantino, me gusta que se reivindique a Miguelín, es muy justo.

-Ser torero de toreros y tener la categoría que tuvo Manzanares, marcar época como marcó él, date cuenta que pasados los años todos seguimos bebiendo de sus fuentes, es realmente importante. Y en cuanto a Miguelín, qué decir, hay que valorar su carisma, su inteligencia, la esencia que tuvo que le llevó a ser el torero del pueblo. Todas ellas son cualidades que a mí me cautivan. Y los dos, que fueron tan diferentes entre ellos, le dieron mucha importancia a la preparación física, en esa cuestión fueron dos bichos.

“En ocasiones se bromea con que el arte es una excusa para no arrimarte… Yo tengo costurones suficientes, catorce, para demostrar que no es así”

-Ni Paula ni Curro ni el otro Curro ni Antoñete… le dieron mucha importancia a lo físico.

-Sí, ya sé. Cuando me obsesiono y algún día no me siento tan bien como quisiera me entran dudas y entonces recurro a esos toreros para pensar que esto se trata de rotar la pierna, poner la muleta planchadita y tirar despacito.

-¿Cómo andas de manías?

-Antes tenía muchas, ahora te diría que no tengo ninguna. Yo rezo y poco más. 

Califica esta temporada 2025 como intensa y bonita. La corroboración de la del año anterior que considera como punto de inflexión de su carrera, una temporada, la de 2024, que tuvo como referencia principal su triunfo en Madrid.

-Esta está siendo una temporada importante, con cosas que como en todo camino se pueden redondear más y otras de las que me siento satisfecho por cuanto me permiten seguir la senda que me he marcado.

Y como puntos álgidos señala las ferias de abril, donde volvía después de diez años de olvido, y San Isidro, donde en su segunda tarde dio dos vueltas al ruedo después de que el presidente hiciese oídos sordos a la voluntad del público.

-En Madrid este año, más allá del resultado, sentí el respeto y disfruté de algo que ya había atisbado, pero no había disfrutado, me refiero a los silencios de Las Ventas. Siempre se habla de los rugidos de Madrid, pero no de sus silencios, silencios de expectación que te sobrecogen y a mí me estimularon no sabes cuánto. Me llegaban antes de iniciar cada serie, era algo así como un a ver qué pasa.

TENSIÓN Y TRIUNFO

Experiencias y triunfos que van consolidando su ascenso. Al reciente mes de junio lo califica de sólido e importante por muchos factores como la diversidad de encastes a las que se enfrentó, que ensanchan su horizonte artístico. Lo resolvió, me cuenta, con éxito, gracias a la experiencia que acumuló especialmente en los años posteriores a la pandemia, tiempo en el que para sobrevivir orilló su alma de torero artista y asumió la necesidad de encarar otro tipo de toro si quería salir del atolladero al que le había llevado las circunstancias propias y jenas.

-Me quité muchas limitaciones para ir resurgiendo poco a poco. Me abrí a muchos encastes, a corridas que a priori se podían considerar como limitantes teniendo en cuenta mi concepto. Esa flexibilidad me permitió triunfar con rotundidad y posicionarme de nuevo con ambiente ante los aficionados. Tuve que adaptarme a lo que se me venía encima, a lo que había.

-¿Qué hubo?

-Una oportunidad en la Copa Chenel. En aquella situación las cosas de Dios, azares de la vida, quisieron que en el sorteo para formar los carteles me tocase un toro de la ganadería de José Escolar que de todas las que había en el bombo era la que más me asustaba o menos quería que me tocase. Y ya ves, me tocó. El sorteo fue un 22 de marzo y la primera corrida era el 26. Tenía cuatro días para quitarme todas las limitaciones mentales que me pudiese generar el nombre de la ganadería y asumir que era la única oportunidad que me quedaba. Aquellos días incluso me había quedado fuera de San Isidro después de que se hubiese dado por segura mi participación, así que tenía que aferrarme a aquella oportunidad que para mí era lo máximo. Una tarde en Alalpardo, con uno de Escolar por delante y el convencimiento de que debía pasar algo, que debía triunfar sí o sí. Debí entender y asimilar que aquello era un premio.

-Y visto lo visto es evidente que lo entendiste.

-Saqué el hacha ante lo que llamo datos limitantes, y todo el trabajo del día a día de los tiempos de ostracismo me sirvió para que en tan solo cuatro días estuviese preparado tanto en lo físico como en cuestiones del coco, lo necesario para entender que Dios me había puesto delante una oportunidad. Lo que sí tuve claro desde el principio fue que me iba a poner delante de uno de José Escolar pero que iba a ser fiel a David Galván, a mi sello y a mi personalidad, y partir de ahí a quien le gustase bien y a quien no pues… pues no.

“El sistema se forma con lo que uno va creando en el camino. Si uno se vuelve imparable ese sistema se vuelve a tu favor”

El desenlace tuvo su intríngulis, su suspense, sus momentos de desesperar y sufrir. Recuerda la lluvia y el viento que condicionaba el ambiente y añadía dureza a todo; que al toro de Escolar lo toreó a gusto, pero lo pinchó y que el segundo, que era de El Retamar y en el que había puesto grandes esperanzas, le pegó una cornada toreando de capote y que mientras se reponía para mantenerse en el ruedo y continuar la lidia, el toro se partió un pitón. Lo devolvieron con el detalle nada despreciable de que el sobrero era de José Escolar. Era como si la divisa de los cárdenos que tan poco deseaba entonces le persiguiese. Fue para bien. Finalmente le cortó las dos orejas y aquella actuación acabaría convirtiéndose en el punto de inflexión de su nueva era.

-En todo este tiempo, desde que salió de San Fernando, ha pasado bajo el apoderamiento de José Antonio Ortega, Nemesio Matías, Carlos Zúñiga y finalmente Juan Ruiz Palomares con el que está actualmente. ¿Los comentamos?

-Con todos ellos tengo buen trato. En ese tema te diré que me gusta ser firme y exigir que el trabajo se haga de manera rigurosa. Como torero no me gusta el perfeccionismo porque es algo frío, ante el toro me gusta la excelencia, que es lo que lleva a la magia, pero sí me exijo ser mejor todos los días, ser muy disciplinado.

-Pero estábamos hablando de los apoderados.

-Quiero decir que en justa correspondencia, en la gestión sí exijo frialdad y perfeccionismo porque hay mucho en juego y si yo pongo todo en el camino el que me represente tiene que dejarse la piel también. En este tema tengo la gran suerte de tener a mi lado a Miguel Ortega, que es mi amigo y hombre de confianza. 

ATERRIZAJE TARDÍO

Entre los éxitos recientes destaca la tarde de Algeciras que considera la más redonda en aquella plaza, la faena del rabo al toro de Garcigrande en Navas de San Juan, también la tarde de la cogida del toro de Los Maños en Soria que asumió en positivo.

-No me dejó secuelas porque me cogió toreando, muy asentado. Parecía que el toro no me iba a dar opciones, tuvo una lidia caótica, pero lo fui metiendo en la muleta, lo estaba consiguiendo hasta que me cogió. Sé por qué.

Días después llegó la faena al victorino de La Línea premiada con las orejas y el rabo, dice que una de las mejores de su carrera, que vino a reafirmar que todo lo logrado era algo más que una buena racha, todo ello sin olvidar la solvencia y las buenas maneras con las que despachó la de Miura en Santander…

-Con trece años de alternativa cabe pensar que tu carrera no va a la velocidad que esperabas.

-Cuando tomas la alternativa lo que deseas es estar directamente en todos los sitios y en los puestos altos del escalafón, claro. Esa debe ser tu ambición en el día a día, lo que pasa es que cuando va transcurriendo el tiempo y no llega ese sitio…

-Eso duele.

-Claro, pero te aseguro que no cambio nada de lo vivido. Al fin y al cabo, esas circunstancias me han hecho ser la persona que soy. Con mis virtudes y mis defectos soy lo que soy gracias a las experiencias que he vivido.

-Desde su capacidad de reflexión ha encontrado el argumento que le ha ayudado a aceptar su realidad y finalmente a crecer.

-Mi llegada a la profesión es un poco singular. En mi vida había tenido la menor cercanía ni relación con el mundo del toro. Con catorce años no había cogido una muleta jamás y con diecinueve estaba tomando la alternativa. Tenía unas condiciones innatas como tenemos todos los toreros, eso sí. Ya sabes, torero se nace, pero luego tiene que hacerse. Debe tener unos conocimientos, lo que diríamos una base técnica para desarrollar sus condiciones y su forma de expresar. En esos primeros años, cuando salía un toro que me permitía expresarme, mi toreo enganchaba, pero en el momento en que me salía un toro con complicaciones solo tenía el recurso de tirar de aptitud. En esas situaciones mi obsesión era quedarme muy quieto. Sabía que en actitud sí estaba en igualdad de condiciones con los compañeros más toreados, en lucidez o en resolución, no. Eso es lo que pasaba y lo que me condicionaba.

No era una cuestión baladí. Aquello le llevó a tener que pagar un duro tributo, catorce cornadas nada menos, la mayoría fuertes, que fueron bastante definitorias de cómo estaba siendo su aterrizaje en el escalafón superior. Después de escucharte entiendo que no le echas la culpa al sistema.

-El sistema es el que es, lo que ocurre es que ese sistema se forma con lo que uno va creando en el camino. Si uno se vuelve imparable y da los argumentos necesarios ese sistema se vuelve a tu favor y acabas por formar parte de él. Si logras empoderarte de ti mismo y de la situación el sistema se vuelve a tu favor.

-Entonces liberamos al sistema.

-Anteriormente, quizá debido a mi inmadurez, sí pude caer en esas lamentaciones, en la queja, pero a partir de la etapa post Covid en la que me quedé en un ostracismo total, vi que era muy difícil salir adelante y me tuve que replantear mi vida entera, incluida mi mentalidad. Ante aquella disyuntiva analicé lo que estaba dispuesto a dar y decidí conscientemente tirar adelante con todo lo que eso supone.

-¿…?

-En ese punto cambié el lamento y la queja por el empoderamiento. Entendí que todo debería partir de mí mismo. Que, si yo iba dando pasos adelante en el día a día, aunque no viese nada a corto plazo, esos pasos adelante me iban a llevar a una oportunidad, aunque fuese en un tentadero y esa oportunidad a otra. Cualquier cosa me ilusionaba porque no tenía nada, solo la fe y la fe era lo que me guiaba. Ese pensamiento sumativo me hacía creer. Era dar pasitos cortos, pero con la vista puesta a largo plazo.

-¿Te sentiste infravalorado?

-Sobre todo por mí mismo. Luego a lo largo del tiempo entendí que si uno se siente infravalorado es porque lo permite, porque deja espacio para que suceda, porque en el día a día le falta algo de verdad. En esa situación una opinión ajena, lo que diga alguien lo acabas legitimando tú mismo. Yo soy hombre de fe y cuando siento que puede haber algo de injusticia vuelvo a ese pensamiento e intento empoderarme y seguir. Sitúo mi objetivo más allá de esas barreras. Si pones en el día a día toda la sinceridad y toda la verdad, compruebas que uno es mucho más que cualquier limitación interior.

-Veo que le das mucha importancia al coco, al componente mental.

-Le doy importancia al ser. Soy un fiel defensor de la idea de que lo que tú eres es lo que después materializas. Si en el día a día soy la persona que admiro y respeto, iré por el buen camino y si no intentaré cambiar y reconducir la situación. Tampoco soy un supermán al que no le afecta nada, como toda persona tengo mis momentos, pero cuando llegan los malos intento darles la vuelta y seguir por mi senda. Es importante que cuando me enfundo el vestido de luces estar despojado de todo pensamiento limitante al fin y al cabo uno torea como se es y cómo se está.

-¿Próxima parada, próximo objetivo?

-Consolidar el nombre de David Galván como un torero diferente. Quiero un sello propio. Ya sabes, aspiro a las cotas más altas.

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