Esa forma de embestir que obliga, exige, exprime al toro, que curva y modifica su línea recta, apenas se ve. Se ve ese toro de duración grande, de embestida recta, que los Juli y Perera los vencen
No hace mucho tiempo decíamos que un toro de Victorino (saltillo) de gran embestida, “hacía el avión”. El maestro Muñoz lo tradujo por la expresión “colocar la cara”. Esa forma profunda de querer coger los vuelos de la muleta por abajo y con el pitón “de dentro”, hacer el avión, colocar la cara, es lo que en los últimos años apenas veo. Esa forma de embestir que obliga, exige, exprime al toro, que curva y modifica su línea recta, apenas se ve. Se ve ese toro de duración grande, de embestida recta, que los Juli y Perera los vencen, los doman, en un toreo increíble, brutal, de mano muy baja y trazo muy largo. ¿Se le exige así el toro? Sí.
Pero menos que se le exige al toro que curva su humillada embestida, que permite la reunión física, que niega la inercia, que pide vuelos y no toques, que le agota por exigirle un movimiento menos natural que el de su día a día de cuatro años. No sé dónde vamos. No sé cuál será el siguiente paso pues los grandiosos toreros de hoy hacen, en todas las distancias, con todas las velocidades, un toreo impresionante. Yo creo que el toreo de Morante, más curvo, más necesitado del pitón de adentro, alejado de la línea recta, es el que lo tiene peor. Peor porque no se ven esas embestidas colocando la cara. No de forma mayoritaria. He visto toros de premio que para mí, excepto duración y fuerza, no han tenido otras virtudes. Quizá ese es el toro del futuro. Nosotros decidimos, y lo que se decida será lo que tendremos para ofrecer al arte del toreo.
Artículo publicado en su Revista APLAUSOS Nº 1932
