Ahora mismo, ya, sin perder tiempo, antes de que se enfríe el arroz y volvamos a las quejas y al áspero desencuentro, la empresa de Sevilla, con Canorea y Valencia, han de enarbolar la bandera blanca de la paz taurina y poner en pie el armisticio y la negociación sobre la mesa de la realidad. Y que cada cual lleve la sensatez por convicción; y que debatan y negocien como siempre sucedió en este mercadillo taurino. Que el pulso, ya de forma individual, sea lo que siempre fue el tira y afloja natural entre empresas y representantes de toreros.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1941
