Sólo los ganaderos están dando señales de vida en este incipiente invierno que ha otoñeado hasta ahora. Al fin y al cabo son la parte más sensible de la crisis que ha alcanzado de lleno a la Fiesta de los toros, mordiendo con saña sus intereses. Es cierto que los empresarios fueron los primeros en mover ficha pero todo quedó en quejas y lloriqueos, sin contenido real ni propósito implícito ni explícito de afrontar la realidad con decisiones prácticas y positivas.
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