No da respiro el año. Agazapadas las noticias que anuncian males, la de la muerte de Nano Valencia en lo mejor de la vida, nos enseña cosas que no queremos aprender. La muerte del genio Manzanares, inesperada por todos, nos situó en la realidad de nuestra fragilidad. Recuerdo aún la muerte accidental de Juan Pedro Domecq, uno de esos casos que también han de poner las mentes a disposición de los sentimientos que son importantes, los más sencillos. No hace tantos días murió una artista madre de periodista, Peñuca de la Serna, gastado su tiempo y su espacio. La muerte, al otro lado de la vida. La muerte, inseparable compañera de la vida.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1944
