La pachanga del último domingo con tres señoritas toreras más verdes que tres hermosas lechugas (en lo taurino, claro) acabó como tenía que acabar. Con mucho trabajo para el equipo médico y gran cabreo por parte de los escasos espectadores.
¡Qué pena! ¡Cómo está el toreo al otro lado del charco! Llamarle Temporada Grande a la de México capital, recuerda el título que les dan en Portugal a los limpiadores de cloacas: “Ingenieros da merda”. El doctor Herrerías no parece tener límite en su empeño de convertir esta supuesta Temporada Grande en un espectáculo tragi-cómico-taurino.
La pachanga del último domingo del año 2014, con tres señoritas toreras más verdes que tres hermosas lechugas (en lo taurino, claro) acabó como tenía que acabar. Con mucho trabajo para el equipo médico de la plaza y gran cabreo con música de viento y zamparría final por parte de los escasos espectadores. Menos mal que eran pocos y no pudieron armar mucho ruido. Pero lo grave de esta infausta temporada mexicana es que así se las ponían a Fernando VII, y cualquier grupo antitaurino se puede ver con la fuerza suficiente para darle el cerrojazo a la plaza de Insurgentes.
Y es que resulta difícil planificar una temporada con menos atractivos que la que ha organizado la actual empresa. Tal parece que estuviera de acuerdo con los antitaurinos, incitándoles a que salgan en cualquier momento, para manifestarse en contra de las payasadas que significan las últimas corridas de la plaza de Insurgentes y en favor de la prohibición de la Tauromaquia en México.
