Que este año hayamos vuelto con fuerza a Fitur es como si de pronto existiésemos, como si volviésemos a formar parte de la España que quieren/queremos mostrar. ¡Alguien no se avergüenza! Sólo queda que no nos paremos ahí y sigamos recuperando el territorio perdido, perdido y quemado.
El toreo se trasladó la pasada semana de los despachos a Fitur. Aunque parezca cuestión nimia tiene su relieve. En castizo, tiene tela. Y hasta retranca. No en balde Fitur es la muestra principal de las atracciones de este país, dicho de otra manera, la fuente principal de los ingresos salvadores de este país. ¿Se acuerdan de él, del turismo me refiero, tan dinamizador del toreo y a la vez tan maltratado y tan despreciado por el mismo toreo?... Plazas que nacieron a su vera, temporadas enteras que se construían en su nombre, empresarios que levantaron auténticos imperios a su costa, toreros que hacían temporada, fortuna y oficio, cuadrillas que vivían de esos festejos, desde Figueras a Tenerife pasando por toda la orilla, jueves, viernes, sábados, domingos... pero aquello es historia. Se lo cargaron bajo la piqueta de la desconsideración y el saldo. Tan de raíz se lo fumigaron que ya hay varias generaciones en Figueras y Tenerife, pongo por caso, plazas que marcaban los lindes de la geografía taurina española, que no han conocido sus plazas abiertas, chicos y chicas a los que hablarles de toros es hablarles en el mejor de los casos de prehistoria.
Y lo mismo podría decirse, sin salirnos del cordón marino, de San Feliu, Gerona, Lloret, Barcelona, Tarragona, Benidorm… y podríamos seguir hasta alcanzar una lista interminable. Si las contásemos nos asustaríamos. Estrujaron aquel filón sin consideración ni visión de futuro, le aplicaron tratamiento de tablao ful a precios de ópera, aún subsisten algunas placitas donde venden becerradas con música de tocadiscos a precios de corrida de postín como si los turistas fuesen gilipollas. Y cuando aquellas maneras de hacer o de estafar ya estaban tocadas, cuando hasta los esquimales les vieron el rabo de la listeza, se les vinieron encima las corrientes antitaurinas, los intereses de los partidos nacionalistas que identificaban la Fiesta con la decadencia y comenzó un goteo de cierres, derribos y olvido sin que, al menos en principio, ni aficionados ni crítica se quejasen ni lo lamentasen, al fin y al cabo, se pensaba en tiempos de abundancia, que aquellas eran plazas turísticas, que no aportaban nada bueno ni eran necesarias. Así de arraigado estaba su descrédito, hasta despeñadero las habían llevado. ¡Cuán lejos estábamos de pensar que las añoraríamos!
Tan lejos llegó la desconsideración que no hace tanto la organización de Fitur desaconsejó, por no decir prohibió, la exhibición de imágenes taurinas en algunos stands. Por todo ello, que este año hayamos vuelto con fuerza a Fitur, que Olivenza, por cierto la pionera en esa estrategia, Castellón, Málaga, Sevilla aunque no la empresa y sí la Diputación, hayan presentado allí sus carteles feriales y sus atractivos taurinos, es una alegría grande, una pequeña rendija a la esperanza. Es como si de pronto existiésemos, como volviésemos a formar parte de la España que quieren/queremos mostrar. ¡Alguien no se avergüenza! Sólo queda que no nos paremos ahí y sigamos recuperando el territorio perdido, perdido y quemado, y sobre todo que aprendamos la lección y el toreo que mostremos tenga la dignidad necesaria para subsistir. Justo lo que no se hizo entonces. Ya ven, añoranzas turísticas ¿Quién nos lo iba a decir?...
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1949
