Parece que se haya declarado un alto el fuego aunque no han cesado las declaraciones incomprensibles. Ahí están las de Morante en Olivenza como ejemplo. Se enfundaron, eso sí, los comunicados y las descalificaciones y poco a poco van quedando atrás las polémicas y los contenciosos de los despachos. Esa maldita plaga invernal que nos ha azotado. Y ya no digo que se hayan cerrado las heridas ni desaparecido las cicatrices porque eso va para largo, pero sí se calmaron las iras. Se han dicho tanto, se han golpeado tan fuerte, que no va a ser fácil de olvidar entre gente de carácter. Y más teniendo en cuenta que en la bronca todos han perdido, unos más que otros, pero todos pierden. No estar en Sevilla a los matadores les toca la cartera y la bolsa de la gloria, no se puede obviar que no hay otra gloria como la de Sevilla y prácticamente todos ellos ya la han gozado en carne propia, así que no hay que explicársela. Tampoco hay muchas bolsas como la de Sevilla por mucho que la empresa amarre hasta ofender o eso dicen los que la sufren.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1954
