Quizás el gris de la tarde fuera el origen de que uno contemplara lo que sucedía en el ruedo con cierta desgana. Pero la verdad es que salvo una faena arregladita de Talavante, y unos primorosos muletazos de Morante al quinto,...
Qué malo es hacerse mayor. Esta tarde he tenido la impresión de que voy perdiendo vista, pues los zalduenditos me han parecido más “itos” que nunca. Tanto por su trapío (que no es el sebo) como por su candidez, hasta cuando parecía que se iban a enfadar y todo quedaba en una pataleta de parvulito. Quizás el gris de la tarde fuera el origen de que uno contemplara lo que sucedía en el ruedo con cierta desgana. Pero la verdad es que salvo una faena arregladita de Talavante, que el público quería premiar como si hubiera sido el parto de los montes, quizás porque el extremeño lo sacó durante unos minutos de su invernal modorra, y unos primorosos muletazos de Morante al quinto, posiblemente para dejar bien al nuevo propietario de los “itos”, que es también su apoderado o exclusivista (qué mal suena leñe), la tarde, como decía la Infanta aquella tan aficionada a quien llamaban La Chata; “ni bien ni mal... una de tantas” .
¿Dónde están mis gafas?, gritaba aquel. Y las llevaba puestas. Ahora que me acuerdo, el cartel lo encabezaba Francisco Rivera Ordóñez. Y por allí anduvo el mozo... tan campante.
