La revolera

Historia de una muerte anunciada

Paco Mora
domingo 05 de abril de 2015

Sin becerradas y novilladas, la sarcásticamente denomina Fiesta Nacional desaparecería. Claro que siempre cabría la posibilidad de que el Gobierno de turno...

El SOS de Benlloch sobre lo que puede ocurrirle al toreo en muy pocos años es más claro que el agua clara, si no se remedia el problema del recorte de los llamados espectáculos menores, que son de la mayor importancia para la continuidad de la Fiesta. Pero no le demos vueltas; la máxima responsabilidad sobre ese peligro cierto que corre el toreo de morir de inanición, a causa de ese tapón, alcanza a los responsables políticos de la nación, puesto que el origen más concreto de que deje de manar el flujo natural del toreo está en la salvaje carga impositiva que soporta el espectáculo taurino. Y si quienes gobiernan ahora (es un decir) no hacen nada por resolver el problema, huelga pensar lo que harán los que se vislumbra en el horizonte que pueden gobernar (es otro decir) a partir de 2016. Declarados rotunda y sistemáticamente antitaurinos.

Si se descargara sobre la enseñanza primaria, pongamos por caso, la furia impositiva que yugula la posibilidad de organizar becerradas y novilladas, en poco tiempo desaparecerían las Universidades. Lo que para la llamada clase política resultaría ideal puesto que enviaría a sus hijos a estudiar al extranjero y así se aseguraría el poder familiar, sin la mínima posibilidad de que los hijos de los trabajadores accedieran a un puesto de poder. Quizás les este dando ideas a esos locos que nos gobiernan. Que Dios me perdone.

Sin parvularios se acabaría la Enseñanza Superior. Sin becerradas y novilladas acabaríamos sin matadores de toros y la sarcásticamente denomina Fiesta Nacional desaparecería. Claro que siempre cabría la posibilidad de que el Gobierno de turno celebrara solemnes Tedeums y hasta algún Congreso Taurino tan inocuo como el celebrado recientemente en Albacete. ¿Soluciones? ¡Cómo van a dejar de apuñalarse los partidos unos a otros e incluso entre ellos mismos, para mirar seriamente hacia la Fiesta de los Toros! Sería pedirle peras al olmo.

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