La pincelada del director

Ilusión, temor y esperanza

José Luis Benlloch
domingo 31 de mayo de 2015

Ves los llenos de Madrid; te recuperas de la taquicardia que provocó Talavante con aquel arranque de faena que redimió de los infiernos al toreo de rodillas, pues sí, de rodillas también se torea; te quitas, si puedes, el embeleso que produce el toreo de capa de Luque que sigue sin ser justamente valorado, como si fuese algo fácil cuando parte de su tremenda categoría es precisamente parecer fácil, sólo parecerlo, claro; rebobinas en tu mente el galope seguido y sin fin del toro Jabatillo de Alcurrucén, por sí sólo redentor de toda la mala fama que acompañó tantos años a los núñez en esa misma plaza, eso por no mentar la bravura de Agitador o la clase de Lenguadito o la corrida de Juan Pedro, por cierto, todos ellos domecq para que luego nos rasguemos las vestiduras con sólo mentar a los antiguos bodegueros; te acuerdas de la plenitud de Castella; pones en pie los pares de Trujillo, sobre todo de Trujillo porque hubo más, los pies en el suelo, el pecho por delante, el par reunido, la partida ganada y le tienes que poner galones a la suerte de banderillear; ves eso y/o escuchas lo que hizo el Fino con la zurda en Córdoba o la que ha armado el propio Fino, ahora no lo mato ahora lo mato, plantando cara al presidente que se había empestillado en lo contrario sin que servidor sepa a quién darle la razón porque no lo vi como tantos otros que lo cuentan como si lo hubiesen visto, tal es la pasión que genera el buen toreo, ese que te hace ver lo que no has visto; lees que en San Sebastián con la victoria del PNV van a volver los to­ros…

Pones sobre la mesa todos esos argu­men­tos y sucesos y te puedes creer que estamos en el paraíso, que el toreo vive tiempos de vino y rosas. Y si aún así se te ocurre dudar, po­nes La Primera y te encuentras una re­trans­misión en directo y te tienes que restregar los ojos ¿dónde estoy, en qué túnel me he me­tido?... te lo preguntas no sólo por tratarse de La Primera, también por la alegría del público, por el toro, por las orejas concedidas, por la suficiencia de Juli...

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1966

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