La corrida ha sido una auténtica puñalada trapera a tres toreros que luchan por situarse en la difícil carrera de lidiar toros bravos, y que con los ex-Pablo Romero no han tenido la mínima opción.
Es de suponer, porque los ganaderos suelen ser gente honrada, que los propietarios de Partido de Resina le presentarán esta noche a José Antonio Martínez Uranga una factura con la suma de los kilos de carne de matadero que han traído esta tarde a Madrid. Querer cobrar toros bravos sería intentar meter gato por liebre. La corrida ha sido una auténtica puñalada trapera a tres toreros que luchan por situarse en la difícil carrera de lidiar toros bravos, y que con los ex-Pablo Romero no han tenido la mínima opción.
Gallo, Ritter y Cerro han sido hoy en Las Ventas tres galeotes condenados a perecer remando en el mar de los Sargazos. Ni una leve oportunidad de lucimiento han tenido el salmantino, el colombiano y el extremeño con lo que han vomitado los chiqueros en la vigesimoquinta corrida del ciclo isidril. Y el caso es que los tres, por su disposición y puesta a punto, con una corrida medianamente brava podrían haber dado una buena tarde de toros.
Gallo está en un momento de madurez y es un torero de buen trazo y evidente estética, que ha nadado en sus dos jumentos contra corriente sin posibilidades de éxito. Tres cuartos de lo mismo les ha ocurrido al valeroso Ritter, que además sabe torear y lo hace con garbo y personalidad, y a Cerro que tiene ambición de triunfo y condiciones para abrirse paso en el escalafón. Con oportunidades como la de hoy, mejor se está en casa. Ya decía Marcial Lalanda que hay días en los que el vestido de luces está mejor en el armario que puesto. Y este ha sido uno de esos días para los tres.
