Gran San Isidro. La columna vertebral de la Fiesta está sana y aguanta el ciclo de mayor salud y trascedencia de la Fiesta. Sin Madrid, sin su mes completo de Fiesta y toros, este espectáculo mostraría su anemia y sus agujeros negros. Madrid aguanta el palo y el barco navega. Hemos perdido mucho en dos frentes. Uno: en la base, en los pueblos, aquellas novilladas con o sin caballos, aquel aprendizaje natural antes y después del remedio de las Escuelas Taurinas. Aquella escuela al aire libre de las capeas de las novilladas de todos los pueblos, aquel parvulario taurino sin babero ni profesores. Ahora da miedo. ¿Qué va a pasar? Políticas pseudoanimalistas, políticas de escaparate, políticos que creen que el toreo es el emblema del pasado, políticos antitaurinos que se lavan las manos como Pilatos. Esas manos que se ensucian con las mordidas, comisiones de amiguismos con saldo económico. Lo vamos a tener crudo en los pueblos. Y ahí está la base. Si los chavales se crían sin ver un toro, o una vaquilla, acabarán olvidando las raíces de este país y creyendo que la mejor vianda está en el Burger. Lo veo jodido.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1967
