Burgos ha vuelto a respirar y reivindicar su antiguo papel de Puerta del Norte. Todos los días menos uno, el de la vergüenza, con el desastre de la corrida de La Palmosilla, rota por fuera y por dentro, que fue el vaso de cicuta para una afición que ha vuelto a la plaza y que ha disfrutado con el resto de las tardes. Aunque aquí se las tienen tiesas con el ganadero de la tierra, o sea, Bañuelos justo cuando tiene más cartel en la lonja taurina.
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